martes, 5 de noviembre de 2013
Algunos apuntes sobre la conquista de América.
Cuando se aborda la historia de Hispanoamérica (sea de forma general, sea sobre un periodo, territorio o aspecto concreto), tarde o temprano nos encontramos con la discusión sobre el papel desarrollado por los españoles en nuestro territorio y sobretodo el protagonismo, deseado o no; de nuestros grupos indígenas autóctonos, a nivel macro sobre los tres grandes imperios, Mayas, Incas y Aztecas; a nivel micro, cada país con su propia historia y relaciones. Este tema aparece tanto de forma inconsciente, reflejándose en el resultado final del trabajo (ya sea éste histórico, literario, periodístico, o de cualquier otro tipo) de los distintos autores algunas de las opiniones y explicaciones que de la historia hispanoamericana se proporciona.
En el transcurrir de la historia encontraremos vencidos y vencedores, como lo cita León Portilla, “…hablan los vencidos; …las palabras de los supervivientes de la Conquista…” (León, P. 7)
Este libro, El Reverso de la Conquista; nos narra en varios escritos, textos etc. Lo sublime y trágico que fue el encuentro entre varias culturas con los españoles, recogiendo los testimonios de ese tiempo de nuestra historia
Esta breve descripción que realiza de los testimonios aztecas, Mayas y Quechuas nos transmite al pasado imaginando los grandes abusos de los invasores venidos a conquistadores.
No es fácil hablar de América Latina como si un continente geográfico encerrase en sí una totalidad única. En rigor, tal vez sería más prudente hablar de "américas latinas". Hay, primero, diferencias sustanciales en relación con el propio proceso de colonización, lo que llevó a un país como Brasil a distinguirse de los otros, de tradición hispánica.
No se pueden olvidar tampoco las multiplicidades regionales, como las del Cono Sur y América Central, además de la diversidad de las tradiciones indígenas encontradas por los colonizadores como, por ejemplo, los pueblos nómadas en la selva brasileña y las civilizaciones estructuradas con Estado y una jerarquía de clases, en el México azteca o en el Perú incaico.
No obstante, creo que es posible tratar la problemática de la modernidad desde un punto de vista más genérico, subrayando ciertos trazos comunes a esta diversidad evidente. Trazos que de nuevo, aunque definidos históricamente, se diversifican en la constitución de los destinos nacionales de cada país
Meditaciones Sobre La Conquista de América
El Encuentro de Dos Mundos
El encuentro de dos mundos totalmente distintos. Distintos en muchos sentidos: uno, con la ambición de llegar más lejos aun, de ampliar horizontes (patrióticos, fronterizos y también económicos), de crecer y de lograr una ansiada supremacía ante sus vecinos. En cambio, el otro, viendo llegar seres física y culturalmente distintos, y que a la larga serán quienes tomarán posesión de sus tierras que por años estuvieron en paz, obligándolos a vivir una vida la cual nunca pensaron que existiría.
Si escucháramos lo anterior hoy, parecería como la perfecta película de ciencia ficción a la que tanto estamos acostumbrados a ver. Y si dijéramos exactamente lo mismo, pero esta vez a fines del siglo XV podríamos notar una gran diferencia en la reacción común de la gente. En aquel entonces, la sed de expansión de los países europeos, como España, adquirió su mayor expresión hasta entonces por diversas razones. En un “limitado” continente, donde todo lo que se importaba de otros países lejanos era bastante caro, por los variados lugares donde la mercancía pasaba y lo caro que se tornaba a medida que caía de mano en mano de mercaderes, comenzaba a desatarse la idea de expandir territorios y llegar a lugares donde nadie conocido había pisado, a aquellos lugares imaginarios que geógrafos de esa época creaban y donde encontrarían, según ellos, las cosas más extrañas y particulares, que por supuesto en sus tierras no existían, además de todas las riquezas sin explotar, las cuales eran fruto de atracción de muchos ambiciosos hombres que deseaban pertenecer a aquel selecto grupo de gente mas cómoda.
Fueron estas causas las que principalmente incitaron a muchos a emprender tan arriesgada aventura, y a vivir cosas más espectaculares que las que solían vivir en sus tierras. En una Europa donde quienes nacían en un estrato determinado, era muy difícil (por no decir imposible) poder ascender, recibir algún buen puesto y ampliar sus ingresos para aspirar a una mejor vida. Por el contrario, quienes no tuvieron la suerte de nacer en grupos sociales ricos estaban condenados a pasar todas sus vidas de aquella manera. Pero en aquel momento de entusiasmo por descubrir fronteras, todos aquellos que anhelaban ser socialmente más aceptados (herreros, panaderos, carpinteros, sastres y arrieros entre otros) hizo que en muchos casos arriesgaran sus bienes junto con sus existencias en emprender los viajes a tierras lejanas. Nos así la alta nobleza española, quienes aunque se sintieron atraídos por la idea de las potenciales riquezas que podrían venir desde afuera, no implicaban mayores cambios en sus holgadas vidas.
Para algunos de aquellos hombres que lideraban las expediciones, como por ejemplo Hernán Cortés (hombres un poco más instruidos que sus subalternos) también cayeron un la ambición de riquezas, y en vez invertir gastaron desmedidamente, terminando en poco deseables situaciones. En parte, la ambición por conseguir un poco de riquezas y reconocimientos de la realeza, llevó a muchos a tomar decisiones erróneas y de momento, que a largo plazo los destruyeron en vez de dejarlos con un futuro próspero y seguro. Una buena administración de bienes y el haber realizado buena inversiones podrían haber dado mejores resultados que los que pasaron en algunos casos.
Otro punto interesante es el de las intenciones de muchos expedicionarios que figuran como forjadores de la historia. Obviamente este deseo no reemplazaba los de riquezas y recompensas reales, sino que eran más bien complementarios. Hombres como Balboa, Alonso de Ercilla y Pedro de Valdivia no dudaron en querer ser pioneros en sus respectivos descubrimientos y expediciones, más aun si los lugares eran desconocidos.
Los quechuas, al igual que sus hermanos aztecas y que los pueblos mayas de las tierras altas de Guatemala, pensaron que los hombres recién llegados a su tierra eran los Dioses que regresaban.
Para disipar el engaño, se insiste más en describir la codicia, y sed de oro de los forasteros.
Más tarde el indio fue consciente de que no le quedaba otro camino sino el de aceptar el cristianismo, pero a su manera hizo burla de lo que tuvo por falsa religiosidad de los conquistadores.
-“Este fuerte señor te dice:
Nosotros hemos venido en busca de oro y plata.
- No, nosotros venimos,
A hacer que conozcáis
Al verdadero Dios...
- El sol que es nuestro padre,
Es de oro refulgente
Y la Luna que es nuestra madre,
Es de radiante plata,
Y en Curicancha ambos están.
pero para acercarse a ellos
hay que besar antes la tierra...”
La conquista de América Latina significó la desagregación de las sociedades indígenas. Desagregación social y física pues todas las proyecciones demográficas, independientemente de las situaciones de contacto, sea bajo el dominio español o portugués, muestran la disminución drástica de las poblaciones indígenas. En Brasil las estimaciones oscilan en calcular entre dos y cuatro millones de indígenas en el momento del descubrimiento, número que se reduce a apenas 270 mil en la actualidad. En México, durante un siglo de dominación española, la población indígena se redujo de 25 millones a uno. Las antiguas formas de organización social fueron, por lo tanto, sustituidas por otras, implantadas por los colonizadores. No se trata, sin embargo, de formas "puras", españolas o portuguesas; el mestizaje fue intenso, dando origen a una población mezclada y a una clase intermedia de mestizos. Esa mezcla se acentúa con la llegada de los esclavos africanos para trabajar en las minas, plantaciones y servicios domésticos. Es necesario recordar que el proceso de mestizaje no se limita a su versión racial sino que, en el contexto de la situación colonial, se reapropian creencias, comportamientos e instituciones.
El desenlace de todo este encuentro entre estos dos mundos fue que en el siglo XVI, nuestros aborígenes sucumbieron poco a poco al poderío español; al final de todo este contacto, los pueblos indígenas americanos se vieron obligados a adoptar las costumbres de los colonizadores a su propia cultura por medio de un evidente proceso de aculturación. Otros miles de supervivientes indígenas de la conquista padecieron después el trabajo forzado y la esclavitud. Las cosas no cambiaron en nada, ya que, al igual que en el pasado, los amerindios concebían a los gobernantes y a los dioses como la encarnación del pueblo en su totalidad, pero tras la llegada de los españoles, el emperador resultó ser un español y los dioses cambiaron de nombres. Es por eso, que el pensamiento religioso de las sociedades indígenas estaba intrínsicamente relacionado con su cultura, gobierno y orden social, que al traspaso de una cultura a otra, no cambiaron mucho las cosas, sólo los nombres.
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